Declive

Hoy recuperé la alegría de niña, que alguna vez me dio un pueblo donde pasé algunos veranos en compañía de mi tío. Caminé por calles que juré no volver a pisar, recorrí las huellas de mis lágrimas que hacían trencito sobre la acera, detrás de cada pétalo de bouganvillea.
Abracé a mi amigo librero, quien se cortó su legendaria melena y encontró un lugar más céntrico para su nicho de libros mágicos. Recibí un papelito que reconoce cosas que estudié en otra dimensión después que ya ni me acuerdo ni entiendo qué fue lo que hice. Recorrí una universidad que ahora es más bonita, antes me parecía gris y triste, ahora, será porque tiene una Plaza de la Diversidad, se me antoja más alegre.
Y también pasé por el parquecito con aquella fuente inabarcable, inescalable para mis piernecillas de niña. Ahora podría subirla de un salto...
Quizás el aire de esta mañana no me trajo más dolor ni odio, sino una simple comezón en la nariz, como si la hierba y los dientes de león volaran a mi alrededor y una antigua canción renaciera en mi pecho... como un grato declive.