CLICK HERE FOR BLOGGER TEMPLATES AND MYSPACE LAYOUTS »

21.3.07

Miedo a la otra


Siempre hablamos del miedo al otro, al otro amenazante, diría el investigador social Carlos Sandoval. Ese que es distinto y en su diferencia reta la supuesta coherencia de nuestra identidad. Sin embargo, el miedo a la otra, es decir, a la mujer, encuentra sus orígenes en el control ejercido por el cristianismo, el judaísmo y el islamismo sobre las mujeres, así como en las reflexiones de los patriarcas fundadores de la filosofía y la historiografía, para luego extenderse como una epidemia sobre el lenguaje, las ciencias, las artes y todo aquello que llevara el sello de la creación del hombre (y a veces también de la mujer).

La situación cambió gradualmente hasta nuestros días, sin embargo, aún muchas actitudes, creaciones y disciplinas están saturadas de este horror proveniente de la masculinidad hegemónica hacia lo que ella misma definió como "femenino". Y es que esta concepción de lo femenino considera que el diablo prácticamente anida en nuestra vagina, de ahí la satanización de nuestro cuerpo, su expropiación, colonización y posterior explotación por todos los saberes que ejercen un poder real en nuestra sociedad (el derecho, la medicina y la economía, principalmente).

No obstante, el lenguaje artístico tampoco está exento de este tipo de valoraciones sobre las mujeres, en la medida en que expresa un odio visceral contra nosotras. En la poesía, por ejemplo, pasamos de musas inalcanzables a putas atravesadas de extremo a extremo por una mansalva de palabras homicidas. Del pedestal a la alcantarilla, nos llevan algunos poetas, que en su pánico nos sacan los ojos con sus versos y terminan escribiendo una apología de la violencia contra las mujeres.

Y es que son tantos los epítetos que sobre nuestros cuerpos han taladrado, que ni musas, ni putas, ni locas, nos han dejado realmente ser. Porque según ellos, y cuando ellos así lo definieron, entramos en alguna de estas categorías. Imágenes estereotipadas de lo femenino que históricamente evolucionaron de la mujer demoníaca a la histérica y luego a la anoréxica. Ese fue el resultado de transgredir los patrones impuestos a las mujeres por una virilidad inauténtica, mítica, capaz de ejercer la fuerza y el dominio mundial a través de la violencia.

Hay un elemento muy básico que está en juego aquí: el que la mujer asuma el poder sobre su sexualidad. Y entonces, en su imaginario, estos tristes poetas de la agresividad alucinan con una monstruosa vagina dentada que arrancará furiosa su pene y testículos. Por eso, ante la ignorancia el miedo, y como su consecuencia más palpable la violencia, reflejada en esos poemas que acuchillan a cada mujer sobre la que escriben.

13.3.07

El Clan de la Cicatriz II

A. descubrió que no es la solucionadora universal de los problemas. Ahora está dispuesta a dejar que otras personas cuiden de ella cuando sienta que su mundo se desmorona.
E. intenta recuperar su sentido de pertenencia, porque más allá de estilos y de músicas que le llenan el alma, ella sabe que su identidad es tan profunda como las raíces de algunos jaúles que habrá conocido su abuela.
I. superó la terapia, puede reírse, encolerizarse o llorar con ganas. No depende de nadie, aunque el sol le calcine el rostro, ella es autosuficiente y puede enfrentarlo.
O. ha crecido después de quemar los cartuchos rápidamente. Si no mira atrás, no se volverá una estatua de sal. Todavía le falta liberar a todo espíritu indeseable de su corazón.
U. aprendió a escuchar los susurros de otras cicatrices.