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12.3.08

Hoy hubiera cumplido 101 años...

Abuelita *

A Mimí
Sus manitas eran pececitos de otoño envueltos en cristales de confite. Tan pequeñas que sus dedos se esforzaban por tocar una octava en el piano y nunca lo logró. -Las esencias finas vienen en envases pequeños-, repetía por aquello de la altura.

Tímida y modosita, fue la única de cuatro hermanas capaz de luchar por un amor. Se fugó para casarse con un inmigrante, pero tuvo el decoro de enviar un telegrama el mismo día a su familia. Crió tres niñas y un niño, que le sacaron unas canas que siempre rehusó teñir. El luto de la viudez temprana contrastaba con sus tenaces ojos verdes, que se dieron a la tarea de descubrir el mundo masculino, de la administración monetaria en un hogar.

Parió cajetas; y cocinó a su descendencia a fuego lento. Cuando llegaron los nietos ya las historias eran tantas, que sus labios las repetían una y otra vez como si fuese la primera. Sacaba sus antiguos álbumes fotográficos al menos un día a la semana; de ahí brotaban caperuzas, leontinas, sombreros y figuras de aspecto señorial, que se paseaban por la habitación hilando cuentos de amores, bailes y duelos. La vida pasaba ante nosotras, íbamos envueltas en un inmenso globo, que surcaba el tiempo sepia de la memoria.

Pero un día notamos que la vieja máquina singer estaba repleta de comején. Otro día murió el primer novio que había tenido, falleció una de sus hermanas, y se fue marchitando la Eucaristía que florecía en el patio, porque ya su época se acababa.

Habían cambiado los papeles de quien le narraba historias que apenas llegaban a la tercera línea, y ya tenían de fondo sus ronquidos. Cada uno seguía en sus ocupaciones, pero ella ya no tenía ninguna.

Repentinamente dejó de hablar por voluntad propia. Nada le quedaba por contar. Su mirada a veces reía o a veces se perdía. Fue sumergiéndose en ella misma, Alfonsina dentro de sí.

Más tarde, no quiso volver a caminar. Se depositó en una silla de ruedas sin tener ningún impedimento físico. Comenzó a diluirse, y poco a poco, se nos fue.

Me duele el pensar que su cuerpo murió solo en un triste hospital para ancianos. Me consuela el saber, que si vuelvo a subir a aquel globo que ella me enseñó por primera vez, podré volver a verla donde estuvo siempre, asida a un ala sepia de mi historia, bailando aquel eterno vals con mi abuelo, cubiertos por la bruma de lo que sería el porvenir.

Porque hay un instante eterno en cualquier vida, y desde mi solitario globo me detengo a apreciar ese ínfimo segundo, donde cupo toda la felicidad humana.


* Publicado en el libro de cuentos: "Cementerio de Cucarachas", ed. EUCR, San José, 2006.

8 Lenguas inquietas:

Warren/Literófilo a dit…

Hey Lau soy sensible sin embargo este poema mando una gota suicida a que salta desde el trampolin de mi ojo derecho, que sentimiento por dios, disculpa la franqueza, pero ha sido lo mejor que te he leido en tu blog, besos. Haces falta en el blog, un beso, acabo de subir un cuento.

Adrián Solís Rojas a dit…

Esto me puso a pensar en mi Tita. Todavía anda por aquí, por dicha.

Saludos.

Julia Ardón a dit…

Ella vive en vos, en quienes te sigan vivirán las dos y así...así por siempre...dando vueltas envueltas en la burbuja del tiempo que va para atrás y para adelante, que se sostiene, reviente, se aparta, vuelve y se va.

Hermoso.

Vivi a dit…

yo perdí a mi abuelita hace algunos meses, fue tanto el dolor, pero hay que recordarlas en su fuerza, siendo viento y llevándose todo porque fueron tanto más de lo que nosotras pudimos verlas y sentirlas! están adentro... siempre!

Lau Fu a dit…

Gracias por pasar y sentir :)

Malasombra a dit…

"Parió cajetas; y cocinó a su descendencia a fuego lento."

mi "Ague", al igual que la tuya, son esas brisas inclaudicables, que nos dejan de legado ser mejores personas.

Me identifique pleno en tu texto

saludos

mati a dit…

Este año me quedé sin abuelos, la última murió sola en el hospital, la visitábamos todos a diario, pero era muy discreta y le dio por irse en la madrugada. Mis cuatro abuelos vivieron una vida dura y hermosa, y han dejado muchas historias en mi cabeza, besos en mis mejillas y grandes recuerdos. Gracias por compartirnos sus escritos, me hiciste pasar un buen rato.

Antes de despedirme quisiera mencionarle que he encontrado el libro "Cementerio de cucarachas" de venta en internet, para aquellos que están fuera del país o los que están dentro pero prefieren no salir: http://www.editlegado.com/fuentes-belgrave-laura-cementerio-cucarachas-p-682.html

Lau Fu a dit…

Siento mucho la muerte de tu abuela. Son los recuerdos que dejan los que nos siguen acompañando en la vida. Gracias por pasar y dejar el link del libro :)