Despierto y recorro la casa a tientas, finalmente encuentro el apagador de la luz. La sala se ilumina, descubro sobre mi cabeza una inmensa cucaracha cuyo cuerpo cubre todo el cieloraso de la habitación. Se sostiene boca abajo, mueve sus antenas nerviosamente. Corro a buscar una escoba, la golpeo una y otra vez. Ella, impertérrita, continúa en su sitio.
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Salgo de casa camino a la librería. Me recibe una mujer de cabellera rojiza y calvicie prematura. Dice que no podrá atenderme hasta que vacíe mi cartera. Abro el bolso y contemplo su contenido: una libreta, un par de libros, la sombrilla, la billetera, un paquete de cigarrillos y unos cuantos caramelos. Entre ellos serpentea graciosamente una víbora. Dejo la librería y busco un basurero público, sumerjo mi mano derecha en el bolso y tomo cuidadosamente la víbora, aprisionando con fuerza su cabeza. La miro a los ojos (ella también me mira), la lanzo al basurero y entro nuevamente a la librería.
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Es de noche, ya estoy en la cama pero tengo sed y me levanto a buscar un vaso de agua. Veo una incandescencia en el patio de luz a través de la ventana de la cocina. El fenómeno lumínico se intensifica, ahora se acerca hacia mí y distingo la figura de una mujer vestida a la usanza del siglo XVIII. Su cabellera negra peinada en un alto moño endurece las facciones de su rostro, contrasta con la blancura y la sorprendente rigidez del organdí de su blusa. Irradia un haz de luz que casi me ciega. Me mira directamente a los ojos. Puedo sentir el soplo de su respiración.
3 Lenguas inquietas:
Eso me suena Dickens a los sanpaedreño ¿no?, pero no en Navidad. ¿Quién era esa mujer? Me interesa saber, de hecho insisto me remitís a Dickens pero con aliento sanpedreño.
La casualidad me hizo llegar hasta aca, despierto me mantengo en tus pesadillas. Saludos.
Lite: Me temo que mi aliento nunca será sanpedreño, sino josefino, pues siempre he sido del centro. La mujer del sueño podría ser eslava, podés buscar referencias por ahí. Dickens me gusta, pero no creo que tenga relación.
Malasombra: gracias por tu visita, ojalá sigan las casualidades.
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